Nuestro primer día entero en Alemania, inició cuando nos despertamos a las nueve y media, nos arreglamos, con ropa abrigada para no pasar frío con las temperaturas alemanas. Aunque a estas alturas del año ya hace muy buen clima, no es lo suficientemente cálido para nosotros, los españoles.
Lo siguiente que sucedió fue ir al colegio como primer vistazo a esta ciudad, un edificio alto y antiguo, en él nos encontramos todos los que participamos en el intercambio, todo esto para ir a un picnic que nos habían preparado los alemanes. Con este picnic nos fijamos en las diferencias entre las dietas Españolas y las alemanas, algo que nos impresionó a todos fue como comían las verduras, más concretamente el pepino, el cual se lo comían a bocados, sin salsa o condimentos. Comidas como, los distintos tipos de panes o la ensalada de patatas, la cual la hizo Clara, mi estudiante de intercambio, con una receta de su abuela, con una mezcla de patatas, pepinillos, mayonesa y más, que la hacían muy deliciosa.
Con el paso del tiempo, íbamos terminando de comer. Después de unas partidas al voleyball, se acercaba la yincana digital para que todo fuese más centrado en el objetivo del Erasmus: la preparación para el día del mañana en un mundo digital. En nuestro beneficio, esta yincana nos ayudó mucho a ver el centro al completo, en ella teníamos que encontrar los códigos QR con solo una foto del sitio en cuestión.
Un poco después, nos dirigimos hacia el monumento de la batalla de las naciones, subimos hacia la parte superior, la cual contaba con unas vistas impresionates de todo Leipzig, todo se veía verde: fue simplemente impresionante. A continuación, ya podíamos dirigirnos a nuestro siguiente destino, el acantilado, el cual era más como una montaña llamado Fockeberg, en el cual jugamos voleyball y vimos el amanecer con algunos amigos de Clara y con los participantes del Erasmus.